Y no es broma. Hace unos días me llamó una buena amiga y clienta para contarme que su perrita, de cuatro kilos de peso se había comido ella solita 250 gr. de bombones de chocolate con leche. Lo que nos puede parecer una trastada del perro, se puede convertir en una auténtica tragedia si no conocemos el alcance tóxico que representa el cacao para nuestros perros. El componente del chocolate que resulta tóxico para los perros se llama teobromina. Mientras que los humanos la metabolizamos fácilmente, los perros lo hacen mucho más lentamente, lo que permite que se acumule en su organismo hasta alcanzar niveles tóxicos e incluso mortales.
La teobromina es un alcaloide perteneciente a la misma familia que la cafeína. Es una sustancia incolora e inolora, con un sabor ligeramente amargo. Se encuentra presente en el árbol del cacao, y sus semillas, y por consiguiente en los productos del cacao y sus derivados.
Y aquí el tamaño sí importa. Un perro grande puede ingerir mucho más chocolate que un perro pequeño, sin que presente síntomas de intoxicación. Bastan poco más de 100 mg de teobromina por kilo de peso vivo, para causar efectos tan graves que llegan a comprometer seriamente la vida del animal.
También conviene recordar que los diferentes tipos de chocolate tienen distintos niveles de teobromina. El cacao amargo, el chocolate para cocinar y el chocolate negro contienen los niveles más altos, mientras que el chocolate con leche y el chocolate blanco tienen los más bajos. Para hacernos una idea, el chocolate negro contiene aproximadamente 1,5% de teobromina, unas diez veces más que el chocolate con leche común.
Si tu perro consume una pequeña cantidad de chocolate, probablemente solo sufra de molestias estomacales. Puede vomitar o tener diarrea. Sin embargo, cantidades mayores, tendrán efectos más graves. La mayor parte de los signos de toxicidad grave están relacionados con el sistema nervioso central. En cantidades suficientes, la teobromina puede producir temblores musculares, convulsiones, un latido cardíaco irregular, hemorragias internas o un ataque al corazón.
En cualquier caso, ante el menor síntoma de los anteriores, lo mejor es no correr riesgos y trasladar al animal inmediatamente al veterinario ya que se trata de una urgencia y la rapidez es vital en estos casos.