Al igual que nos sucede a las personas, la formación de placa bacteriana en la boca de nuestros perros y gatos ocurre de forma habitual y, si no se pone remedio a tiempo, además de comprometer las piezas dentales y causar más o menos molestias al animal que, incluso, llega a dejar de comer, puede dar lugar a enfermedades más graves como problemas de corazón, daño renal o hepático.
Los restos de alimentos que quedan entre los dientes, generan una alteración de la saliva, lo que se convierte en un entorno ideal para el crecimiento de bacterias. Estos depósitos ejercen presión sobre las encías, causando inflamación e hinchazón. Se crea así un espacio entre encías y los dientes que, si no se trata adecuadamente, puede llegar provocar la caída de la pieza dental.
Las causas habituales de la acumulación de sarro pueden ser los dientes no alineados de determinadas razas, la alimentación excesiva o de baja calidad y la falta de limpieza.
Cuando se descuida la higiene dental durante mucho tiempo, pueden aparecer síntomas que nos indican que hay una enfermedad periodontal y que exigen una vista al veterinario para su diagnóstico preciso:
La revisión veterinaria periódica, ayuda a detectar la patología y tratarla a tiempo.
La prevención puede retrasar la aparición de placa si acostumbras al animal desde cachorro, a dejarse revisar y limpiar los dientes con productos específicos para ellos.
Puedes ofrecerle un “cepillado natural” al animal mediante el consumo de verduras crudas y duras como la zanahoria o la manzana. El pan duro también actúa como un abrasivo natural. En las tiendas especializadas también encontrarás productos específicos para la prevención de sarro como huesos y barritas que favorecen la acción mecánica de roer.
No obstante y, como siempre recomendamos, ante la menor duda sobre el estado de la boca del animal, una visita al veterinario nos puede ahorra muchos disgustos. Y como ocurre con los humanos, aunque no haya síntomas, no está de más revisar periódicamente la boca del animal aprovechando el momento de las vacunas o de cualquier otro procedimiento.
Pirata tiene 10 meses y busca hogar. Acostumbrado a perros adultos, gatos y niños se ha criado en casa y ahora necesita su propia familia.