Cuando un gato se asusta de cualquier cosa, la primera estrategia de defensa que usará, es poner distancia entre él y aquello que lo amenaza.
Por eso, mantener sujeto en brazos a un gato en una situación estresante, no es una buena idea por nuestra parte. Si no tiene posibilidades de huir, se puede disparar la agresión como forma de escape, aunque antes, el pobre animal habrá lanzado cientos de señales de aviso como dilatar pupilas, erizar pelos, echar orejas hacia atrás e incluso bufar y vocalizar. Que un gato ataque en esta situación no quiere decir que sea malo, sino que ha sido conducido a una situación límite que le obliga a buscar una alternativa.
Irina y Misu son de las peques tuteladas por Defensa Animal del Norte que esperan un hogar. No llegan al año y fueron rescatadas de la perrera siendo unos bebés. Son sociables con gatos, perros y personas y se entregan esterilizadas, vacunadas y chipadas.
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