La pérdida se hace tremendamente difícil y dolorosa. No hay palabras de consuelo y, sin embargo, los días pasan, el reloj no se para y se hace necesario ser fuerte y seguir adelante sin perder de vista que, con el paso del tiempo, los recuerdos dejarán de ser dolorosos y se convertirán en algo menos amargo y más agradable mientras desaparece la sensación de vacío inmenso que ahora me consume.
El tiempo regalado, es algo que aún se valorará más, teniendo siempre presente que ha sido y será un miembro querido y recordado de la familia. No hay fecha de caducidad para la pena ni un período establecido para que remita la tristeza y la culpa, pero lo que es seguro es que lo hará.
Los recuerdos agradables han sido muchos y los buenos momentos compartidos estarán ahí siempre. Con el tiempo, la sensación gris desaparecerá y el dolor cesará, dejando paso la calma que produce la memoria tranquila de nuestro amigo peludo.
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