Cuando estamos enseñando a un perro educación o habilidades, recurrimos a premios o reforzadores que, habitualmente son de comida (salchicha, queso…). Pero, a veces, el perro no se siente inclinado a trabajar por comida y prefiere otro tipo de refuerzos como juguetes, caricias, interacción…
Es importante que conozcas los reforzadores por los que tu perro es capaz de trabajar. Pueden ser muchos y variados y debes ir preparado para ofrecerle aquel que más pueda interesarle en función de lo que le vayas a pedir.
El valor del reforzador elegido, solo se puede medir por los efectos que provoca sobre la conducta, manteniéndola o/y haciendo que aumente en frecuencia e intensidad. Si, cuando llamas a tu perro durante el paseo vuelve porque sabe que es premiado con un trozo de salchicha y vuelta al juego, puedes estar seguro de que el reforzador es de mayor valor que la acción que acabas de interrumpir.
Sin embargo, si tras la llamada ofreces el premio pero interrumpes definitivamente el paseo, el perro aprende a no escuchar a la llamada ya que supone el fin de la diversión.
Una buena técnica para que nuestro perro trabaje motivado, es premiar cada vez que acuda y permitirle que pueda proseguir su paseo. Así la llamada se convierte en una pausa y no en el punto y final de una actividad de altísimo valor para nuestro perro como puede ser el paseo.
Panchita tiene año y medio y muchas ganas de aprender. Evoluciona enormemente en su casa de acogida gracias a su familia humana y perruna.
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