Los perros son animales sociales y con una tendencia natural a querer agradar. Es nuestra responsabilidad, enseñarles cómo manejarse en este mundo para disfrutar de una mejor convivencia.
A través de la educación, aprovechamos la natural tendencia del perro a vivir en sociedad para fijar aquellos comportamientos que nos interesan mediante refuerzos agradables para él y extinguir, mediante la falta de refuerzo, aquellos otros que, aunque pertenezcan a la naturaleza del perro, (saltar, lamer…) pueden llegar a ser desaconsejables para la convivencia con el ser humano. Es decir, vamos a enseñarle normas básicas como dónde eliminar, si puede o no subirse a la cama o al sofá, cómo recibir a las visitas….. Y debemos ser coherentes. No vale dejarlo subir a la cama cuando es cachorro y, luego de adulto, chillarle por lo mismo.
La segunda etapa está conformada por la obediencia que consiste en fijar y poner señal a determinadas situaciones como sienta, tumba, junto, suelta…
Y hay que decir que los perros son extremadamente listos. Nadie enseña a sentarse a un perro. Todos los perros saben sentarse de serie y tumbarse y muchas cosas más. Lo único que hacemos es fijar ese comportamiento a través de premios (refuerzos positivos normalmente de comida) y le asociamos una señal ya sea gestual o de voz, para que el perro sepa distinguirla y pueda repetirla a nuestra petición.
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