La vida de Golfo cambió aquel día. Los que habían sido su familia desde que era un cachorro, decidieron dejarlo en una colonia silvestre, falsamente convencidos de que allí estaría bien. El gato había crecido y ya no era tan mono. Además, los gatos domésticos necesitan tiempo de juego con sus propietarios y ya nadie quería perder un minuto con él por lo que, Golfo, vivía estresado e infeliz.
Quizá pensaban que le hacían un favor al dejarlo allí; Quizá pensaban que todos los gatos son felices en la calle (cuán equivocados estaban); O quizá buscaban tan solo una excusa para acallar la conciencia culpable: “Total, allí alguien les pone de comer y de beber. Ya se harán cargo de él”.
Lo que no saben las personas que abandonan un gato en la calle, es que, en la mayoría de los casos, lo están condenando a muerte. La depresión es la primera causa de mortalidad entre los gatos caseros abandonados (superior incluso a la de los perros). Se abandonan y dejan de comer. En dos días, ya no hay marcha atrás y mueren de pura tristeza.
Pero el destino, tenía preparado algo diferente para Golfo. La fortuna, la suerte o la pura casualidad, quiso que pasáramos en el momento preciso en que la familia al completo (mamá, abuela y dos niños de corta edad) se preparaban a despedir a Golfo liberándolo en un mundo totalmente desconocido para él.
Les pedí que no lo hicieran. Yo me lo quedaba a cambio de que tuvieran claro el mal ejemplo que estaban dando a los niños. Un animal es una responsabilidad libremente elegida, que no se debe abandonar a la primera de cambio. Los mayores solo querían deshacerse de la obligación pero quiero creer que el mensaje llegó a los niños.
Así, Golfo llegó a mi casa con más hambre que cuerpo. Con el pelo raído por la desnutrición y con ganas de querer y hacerse querer. El gato que sobraba en una casa, supo hacerse hueco enseguida en la mía, con su gracejo y su forma de ser. Bueno con todo y todos, cariñoso, sociable y un granujilla al que perdonabas todas las trastadas que te hiciera por su forma especial de mirarte. En poco tiempo ganó algo de peso y de brillo, pero sus ojos cambiaron a los dos días de llegar a casa. Llegó evitando la mirada, huyendo de todo pero se soltó al poco tiempo y empezó a mirarnos con sus grandes y preciosos ojazos. Al fin había luz en ellos. Se sentía en casa, querido y respetado. Aún sigo pensando que los ojos de Golfo cuando llegó, son los que más me han impactado de la pura pena y tristeza que reflejaban. Me sentí feliz cuando cambió la mirada de Golfo y empezó a ver la vida desde otro prisma mucho más cálido y amable.
Entonces empezó la búsqueda de un hogar definitivo para Golfo. Casi estuvimos a punto de quedarnos con él pero, sabíamos que Golfo merecía un hogar que le dedicara todo el tiempo y cariño que merecía. Meses de difusión en vano. Nadie se fija en un gato delgadito blanco y negro. Nadie, salvo Eva que, un día, vio las fotos de Golfo y decidió que era el compañero ideal para su gato Pepe. Eva supo ver todo lo que encerraba Golfo. Se enamoró de él y yo casi me resistía a dejarlo ir. Demasiado lejos. Demasiado bueno para ser verdad. Demasiada pena por dejarlo ir.
Pero Golfo estaba destinado para Pepe y Eva. Quedamos a medio camino pues Golfo, se iba para Asturias y, desde entonces, no perdí un gato sino que gané una amiga.
Golfo adora a su nueva familia y su familia adora a Golfo ¿qué más se puede pedir???
Golfo y Pepe tienen un blog que os recomiendo http://relatosdegatos.blogspot.com.es/ y, recientemente, Golfo ha estado ejerciendo de tío con dos gatitos acogidos por su nueva dueña. La locura felina se contagia.
Golfo es especial. Lo ha sido siempre y siempre lo será para las personas que lo conocemos. Ha sabido crear lazos invisibles a pesar de la distancia y sabe mantenerlos unidos. Él mismo se preocupa de darle temas a Eva para su blog y para que todos los que lo conocemos sepamos de sus últimas andanzas.
Un achuchón fuerte, mi querido Golfo.