Para todos los propietarios de perros, hoy os propongo un ejercicio que puede servir para ser más conscientes de algunos comportamientos que, muchas veces nos pasan desapercibidos. Contad las veces que corregís a vuestro perro diciéndole “No” o “schhhhh” (por ejemplo, cuando tira de la correa o cuando intenta coger algo del suelo), ser conscientes de cómo se va elevando el tono de voz y reflexionad sobre, cómo os sentís cada vez que usáis esas correcciones y el perro no responde por uno u otro motivo (no os entiende, está centrado en otro asunto, ha visto otro perro …….)
Es fácil enfadarse con nuestro perro cuando no nos hace caso. Es fácil empezar a gritar para intentar corregirle. Lo malo es que cada vez que el perro desobedece, nos enfadamos más y más, elevamos el tono de voz, hacemos un uso inadecuado de la fuerza y solemos tirar de la correa hacia nosotros, creando aún más malestar en nosotros mismos y mayor confusión en el perro que empieza a mirarnos con cara de culpable (aunque no lo sea) intentando calmarnos.
Una vez realizado este ejercicio, os propongo dejar a un lado cualquier tipo de corrección que nos lleve a enfadarnos con nuestro perro. El perro oye estupendamente bien, mucho mejor que nosotros así que, hablemos bajito con él. No hace falta corregir, tan solo impedir que haga lo que no nos interesa. Si tira, nos paramos. Si quiere coger algo del suelo, impedimos que llegue…. Démosle tiempo para pensar qué esperamos de él para que sea capaz de hacerlo por sí solo y no únicamente guiado por una correa a base de tirones. Es muy difícil enfadarse hablando bajito y, cada vez que practicas este tipo de ejercicio, aumentas tu paciencia y tu capacidad de observar, de dejar hacer a tu perro y de enseñarle de un modo diferente.
Bart sigue mejorando diariamente. La mirada se le ha relajado y, aunque al principio se muestra un poco tímido, empieza a confiar cada Dia mas. Hoy es el primer Dia que admite comida de mi mano. Es un gran avance y estoy orgullosa de el. El progreso de Bart es posible gracias a la labor incansable de su familia de acogida que, diariamente trabajan con el para que se termine de sacudir todos sus miedos.
Bart sigue necesitando una adopción definitiva dispuesta a asumir el reto de continuar su rehabilitación.