Conseguir una sonrisa es difícil, o fácil, según se mire. El jueves pasado conseguí varias sonrisas a la vez, incluyendo una sonrisa de perro y empezando por la mía propia.
Que alguien te pida ayuda para adoptar un compañero adecuado es algo grande. Que pida consejo para saber qué hacer cuando llegue, los cuidados, las necesidades es un paso enorme. Que no importe, la raza, el color o el tamaño, es más grande aún. Que solo te pida un amigo, es lo más grande.
Y así empezamos la búsqueda de un compañero o compañera para Santi que solo quería un amigo para compartir su vida y tener una excusa para salir a la calle, pasear, conocer nuevos amigos y tener una responsabilidad y un deber diario.
Y llegó Luna que era la compañera perfecta. Una perra deshauciada de un año y poco, que llegó enferma a la perrera pero que tenía un algo especial. Quizá no la más guapa, pero si especial. Cariñosa y deseosa de agradar, la ideal en personalidad y en carácter para lo que necesitaba Santi.
Ahora tiene una excusa para retomar su vida, salir, pasear, presumir de compañera y sonreír de nuevo a la vida. Son un equipo. Ella le espera, se acomoda a su paso y se van juntos a darse una vuelta. Le dedica dos o tres topetazos si Santi se despista y un montón de lametones a la menor oportunidad, para demostrarle que están hechos el uno para el otro.
A veces, la vida te da segundas oportunidades de la forma más inesperada. Lo importante es aprovecharlas y disfrutarlas intensamente. La felicidad es un estado de ánimo y Santi y Luna me lo han demostrado una vez más. Gracias chicos!!!