El perro es, y ha sido para muchos niños, un compañero fiel, siempre dispuesto a compartir los momentos de alegría y de tristeza, a escuchar atentamente (como no hablan, no interrumpen y no juzgan, pero entienden y prestan atención favoreciendo la confianza del pequeño).
Los perros bien educados se dejan acariciar y abrazar por sus pequeños humanos, les secan las lágrimas con su lengua cuando algo va mal, los reconfortan…. Este amor a temprana edad, bien correspondido y canalizado, es para toda la vida y hace que, nuestros niños al crecer, sean adultos respetuosos, responsables y con mejores sentimientos.
Nuestra misión como adultos, es velar para que la relación entre el perro y los niños esté marcada por el respeto entre ambos. Como siempre, la clave no está en las prohibiciones, sino en la supervisión (tres veces supervisión como dice Jaime Vidal “Santi”) y la educación. Por eso, debemos enseñar a los niños cómo acercarse, saludar e interactuar de manera segura con el perro.
Aquí van algunas recomendaciones para los peques de la casa:
Ten presente que algunos perros, por muy simpáticos que parezcan, no se sienten cómodos con niños a su alrededor, por lo que debes aprender a leer las señales de incomodidad que el perro muestra a través de su lenguaje corporal y que la mayoría de las veces por ser tan “sutiles” pasan inadvertidas o son interpretadas erróneamente.
Estas son algunas:
El amor y el respeto por los perros es algo que los padres pueden inculcar en sus hijos de forma divertida y amable. Recuerda que los perros son seres vivos con su propia personalidad, gustos y tolerancias y que está en mano de todos que la relación entre ellos y nuestros niños sean lo más favorables y enriquecedoras. Con respeto, ganamos todos.