Hay veces que los gatos de casa se vuelven “vagos” pues tienen todo a mano, pero, especialmente, la comida. Tener pienso a libre disposición no es lo mismo que ponérselo fácil pues en la naturaleza, el gato nunca lo ha tenido demasiado fácil y ha tenido que cazar para comer. Un truco para hacer que nuestros gatos se muevan en repartir el pienso en pequeños puñados a diferentes alturas y lugares para provocar que se mueva. De esta manera, evitamos la ansiedad por la comida (sobre todo en gatos que tienen pocos estímulos) y, propiciamos cierto ejercicio físico que ayuda a mantener los michelines felinos a raya.
Maggie tiene seis años y es una de mis espinitas. Es una gata redondita de cara y de cuerpo que, de primeras no dice mucho pero, es asomarte a sus ojazos verdes y descubrir todo lo que tiene por ofrecer. A nuestra chica le ha costado un poco, acostumbrarse a la rutina de la resi donde vive acogida, pues solo busca caricias humanas y, aunque tolera bien al resto de los gatos, prefiere mantenerse al margen de los juegos. Eso sí, le encanta la buena comida, los plumeros y salir a la ventana a cotillear y tomar el sol.
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