Imagen típica de parque: Dos perros enfrentados uno a otro, tirando de la correa con todas sus fuerzas, ladrando y gruñendo, como si quisieran decir aquello de “Sujétame que lo mato”; Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, si por cualquier motivo desaparece la tensión en la correa, la mayoría se achantan y el supuesto conflicto termina rápidamente. ¿Os suena la situación?
Lo primero que debemos hacer para enseñar a pasear a nuestro perro es aprender a relajar los brazos (si, los nuestros) para que la correa vaya floja, de forma que no estemos contagiando nuestra tensión al perro y lo segundo, debemos convertirnos en observadores precisos para poder anticipar situaciones de forma que el paseo no se convierta en una tortura, sino en un proceso de aprendizaje y una experiencia agradable para ambos humano y perro. No debemos perder de vista que la correa tirante trasmite tensión y proporciona sensación de inmunidad que vuelve a los perros, temporalmente soberbios y retadores.
Si el perro se activa paseando con la correa, cuando se enfrenta a otros perros o a personas, deberíamos prever con antelación dichas situaciones para evitarlas mientras nuestro perro no esté preparado para ello. Quizá es un animal que no ha sido socializado con otros perros o ha tenido malas experiencias pero, en cualquier caso, lo mejor es trabajar con seguridad.
Lo ideal es empezar a trabajar a distancia, paseando en paralelo a otros perros de manera que no resulten amenazantes (la distancia la marca cada animal y puede variar de centímetros a varios metros). Otra opción cuando paseamos y no contamos con voluntarios para el paseo en paralelo es pasear trazando círculos amplios que ofrezcan una mayor distancia de seguridad a nuestro perro. Recordemos que los perros jamás se acercan a otros perros de frente. Lo cortés es trazar un semicírculo para hacer un acercamiento progresivo.
Si empieza a tensarse frente a otros perros, no debemos tirar hacia atrás, pues se protege con la correa y se crece ladrando y gruñendo como si le fuera la vida en ello. En estos casos, debemos mantener la calma y proteger a nuestro perro y a los demás, llevándolo hacia delante o hacia un lado y sacándolo cuanto antes de la situación. En estos casos, sería conveniente la ayuda de un buen profesional para sentar las bases de un uso adecuado de la correa y unas pautas de trabajo de desensibilización con el perro.
Ivón tiene un año y medio y no tiene conflictos con otros perros pero si necesita un buen referente para terminar de madurar y adquirir cierta tranquilidad pues, como buena podenca, es explosiva e inquieta. Busca cariños y atención y un hogar donde la quieran.
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