Los perros también sienten, quizá no de la misma forma que las personas pero, se ha demostrado que cuentan con las mismas estructuras, las mismas hormonas y experimentan los mismos cambios químicos que nosotros durante las diferentes emociones.
Las investigaciones sugieren que la mente de un perro equivale a la de un niño de unos dos años y medio A esa edad, los niños tienen emociones, aunque no todas y parece claro que, ocurre igual en los perros que son capaces de sentir las mimas emociones básicas que un niño de dos años como afecto, felicidad, tristeza, miedo, sorpresa, timidez, desconfianza, aversión, alegría, angustia, excitación… pero no son capaces de procesar las emociones sociales complejas como culpabilidad, orgullo o vergüenza .
Sabiendo esto, se desmonta la idea de que nuestro perro nos mira con cara de culpable cuando le “pillamos” en falta.
Sabiendo todo lo anterior parece fácil hacerse cargo de un animal, ¿verdad? Sin embargo no debemos perder de vista al PERRO, en mayúsculas, como animal que es, de una especie concreta, de una raza (o mezcla de varias) y con un nombre propio, otorgado por nosotros para diferenciarlo de todos los demás porque, al fin y al cabo, nuestro perro, es único.
Inés es esta preciosa galguita recogida el año pasado, en muy mal estado con Leishmaniosis y una gran delgadez. Se ha recuperado muy bien y a pesar de todo, es muy confiada y cariñosa, le gusta mucho estar cerca de las personas. Es sociable con otros perros y respeta a los gatos del albergue donde espera su oportunidad. Ha respondido bien al tratamiento de Leishmaniosis, lo único que necesita es una pastillita diaria.
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