Aprender puede y debe ser un juego para tu perro, pues educarlo significa algo más que tú des órdenes y que él te obedezca. Básicamente porque, de entrada, no van a comprender las palabras; Los perros son más visuales que nosotros y comprenden mejor los gestos, es decir, nuestro lenguaje corporal. A eso, hay que añadir coherencia y buena disposición a la hora de compartir ese tiempo con el animal. A nadie le gusta que le griten cuando le piden las cosas y a los perros menos, pues tienen mejor oído que nosotras las personas.
Las palabras vienen después y, ciertamente, hay perro que llegan a discriminar muchísimas pero es cuestión de tiempo y de trabajo, como todo lo demás.
Al igual que con los niños, empieza por tareas fáciles y ve incrementando el esfuerzo que debe realizar el animal. A nadie se le ocurre que un niño de 3 años sea capaz de estar sentado y atento durante periodos largos de tiempo… Se trata de variar actividades, dando orden y sentido para que se conviertan en rutinas agradables y aceptables.
Nunca des por hecho que tu perro no va a ser capaz de hacer algo (los perros nos sorprenden continuamente) y, sobre todo, nunca pienses que algo es tarea imposible. Quizá debas pedir ayuda pero no te rindas. Como guía y responsable del animal es tu obligación ser una buena referencia para tu perro y velar para que sepa comportarse correctamente en sociedad frente a otras personas y/o animales.
Gracias a todos los perretes y sus guías que nos han acompañado este fin de semana en las diferentes actividades, desde la Escuela de Cachorros, el Taller de Paseo y Llamada o el final del Curso de Educación Canina que celebramos ayer domingo por todo lo alto con agility, entrega de diplomas y un buen almuerzo para recuperar fuerzas.