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Rosa Roldán

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Mi gato se ha vuelto loco

No es raro encontrar gatos que reposan apaciblemente en el regazo de sus propietarios y, de repente, sin causa aparente, atacan sin previo aviso, la mano que los acariciaba hasta ese momento. O gatos que se conocen desde siempre y, un día empiezan a pelearse. Este tipo de conducta puede responder a muchas y diferentes causas pero, lo cierto es que no hay una sola respuesta válida para todas y deberemos tomarnos nuestro tiempo para encontrar la respuesta más adecuada a cada situación.

Cuando un gato muerde, puede ser por muchos motivos pero no debemos perder de vista que, por naturaleza, es un animal cazador y como tal, uno de sus juegos preferidos es el del acecho y la caza. Debemos aprender la forma de fomentar este juego, desde la llegada del animal a casa, de una forma agradable para nuestro amiguito, pero segura para nosotros.

Cuando muerden jugando….

En realidad, cuando nuestro gato nos muerde en medio de una secuencia de juego, es hora de preguntarnos qué parte de responsabilidad tenemos nosotros en esta conducta pues es frecuente acostumbrar al gatito cuando aún es pequeño a jugar con las manos. Puede parecernos gracioso cuando los dientecitos de leche apenas son agujitas pero, cuando nuestro cachorrito crece y se convierte en un gatazo con la dentición completa y desarrollada, el juego no resulta tan agradable para nosotros aunque, para él, sigue siendo un juego y, además, no entiende que nos enfademos por algo que nosotros mismos hemos consentido.

Es preferible jugar siempre utilizando los juguetes adecuados que mantengan nuestras manos alejadas de las garras y dientes de nuestro gato. Podemos usar los (plumeros o las cañas), que simulan presas y activarlos durante los momentos de diversión, puesto que nuestro gato adora el movimiento y, en cuanto paramos de jugar con él, la actividad pierde interés y se marcha a hacer cualquier otra cosa.

Otra forma de evitar el juego de caza y acecho de los gatitos empeñados en “cazarnos” los bajos de los pantalones, las faldas o las zapatillas en movimiento cuando vamos de un lado para otro de la casa, consiste en desviar su atención hacia algo mucho más atractivo, como por ejemplo (pelotas) o (ratoncitos de vivos colores y con plumas), atado con una cuerda larga a la cintura o al pomo de la puerta para que sea la presa a cazar.

Los gatos aprenden a diferenciar lo que es juguete de lo que no mientras disfrutan enormemente con la práctica de su instinto cazador.

 

Cuando muerden por sobreestimulación 

Como dice el dicho, lo poco gusta y lo mucho cansa. Seguro que te suena la situación en la que estás acariciando a tu gato mientras lees o ves la televisión y, de repente, sin venir a cuento se cuelga de la mano con uñas y dientes. En estos casos, lo mejor es quedarse inmóvil puesto que, al menor movimiento, se desencadenaría un ataque de verdad. En ocasiones lanzar algo lejos de nosotros, redirige la atención del gato pero, normalmente, al quedarnos quietos, en poco tiempo, el gato pierde interés y se aleja.

En realidad no hemos estado atentos a nuestro gato y nos hemos perdido todas las señales que nos ha lanzado a través de su lenguaje corporal, antes del intento de agresión (A todos nos pueden gustar las caricias pero el exceso, cansa). La próxima vez que tengas a tu gato encima, aprovecha para familiarizarte con su forma de comunicarse: La clave suele estar en la cola puesto que, si empieza a moverla de un lado a otro, es el momento ideal de parar la sesión de caricias. Cada animal tiene su propio nivel de tolerancia y, es nuestra responsabilidad conocerlo y respetarlo para evitar disgustos.

Otra zona hipersensible de los gatos es su vientre. Es raro que un gato soporte durante largo rato las caricias en esa zona, probablemente porque es la región más vulnerable del cuerpo felino. No debemos olvidar que un gato que se tumba sobre el costado, tiene todo el arsenal felino (boca y garras delanteras y traseras) dispuesto para defenderse en caso de que lo considere necesario. En gatos que no conocemos, nunca debemos rascarle la barriga aunque nos la ofrezca.

Si se trata de tu gato y compruebas que, mientras lo acaricias, se relaja y estira las patas mientras ronronea, puedes seguir un poco más, pero sin pasarte en la presión sobre los laterales y el vientre.

Si, de repente, deja de ronronear, se encorva, dilata las pupilas o agacha las orejas, es mejor que dejes la sesión de caricias para otra ocasión pues, si no paras inmediatamente, seguramente tu gato te lo hará saber de una forma desagradable.

 

Rompiendo con todo. La agresion por distanciamiento

Cuando un gato siente miedo, por ejemplo, cuando llega por primera vez a casa, se acurruca en un esfuerzo por hacerse más pequeño y pasar inadvertido (es como si buscara que no lo vieran). Cuanto más nos aproximamos a un animal en este estado, más se encogerá y podremos observar las orejas plegadas hacia detrás y las pupilas totalmente dilatadas. Si seguimos avanzando, puede llegar a emitir gruñidos que buscan hacernos retroceder ya que nos considera un “agresor”.

Si hacemos caso omiso de estas advertencias, no le dejamos más opciones y puede llegar a agredir, de forma defensiva, ya que su objetivo es mantener una distancia segura entre él y nosotros. Esta reacción es relativamente frecuente en gatos que llegan a lugares nuevos y desconocidos donde no tienen referencias olfativas ni de otro tipo.

Lo mejor es darle espacio para que se sienta seguro de nuestra presencia y poco a poco irnos ganando su confianza.

Esta conducta se aprecia también en gatos que sienten dolor a la manipulación. En estos casos, es preferible dejar el (transportín) abierto en la estancia. Si el gato está acostumbrado a él, rápidamente lo asociará a lugar seguro, y será más fácil trasladarlo al veterinario en caso necesario.

 

Cuando la agresión se produce entre los gatos de casa

No es frecuente cuando se conocen pero, se puede llegar a dar en presentaciones entre nuevos individuos o cuando uno de ellos vuelve a casa tras una estancia más o menos corta en el veterinario (los olores son diferentes y pueden provocar rechazo).

En caso de que se produzca una pelea, no intentar separar a los gatos con las manos, ya que podría provocar una reacción de agresividad “redirigida”* hacia nosotros, sino utilizar estímulos indirectos, como sonidos fuertes, para interrumpirla.

En estos casos, es conveniente crear zonas separadas y seguras para cada gato y seguir unas pautas de presentación (como si se trataran de dos desconocidos) con  ayuda externa, en caso necesario.

 

Resumen 

Normalmente, las agresiones dentro del hogar, suelen estar motivadas por falta de comunicación entre el gato y la persona. Cuando no interpretamos o no hacemos caso del lenguaje de nuestro gato, podemos provocar situaciones estresantes para él y desagradables para nosotros.

No obstante, no debemos olvidar que los problemas físicos y neurológicos están directamente relacionados con las conductas agresivas sin causa aparente. Las dolencias que cursan con dolor, las patologías dentales, incluso los déficits sensoriales que sufren los animales geriátricos, pueden estar detrás de alguna de estas conductas. Siempre es preciso realizar una revisión veterinaria para asegurarnos y, en su caso, consultar con un profesional que nos guíe de la manera más adecuada en cada caso.

Colaboración con la revista Pelo Pico Pata Nº 104 (Julio 2014)

Felix de Defensa Animal del Norte, sigue a la espera de un hogar. Grandote y peluche, es un gato juguetón y activo pero también tiene sus momentos de tranquilidad y sosiego.

Contacto: dan.asociacion@gmail.com

Educación y conducta canina y felina para La Rioja. www.perrygatos.es

Sobre el autor

https://perrygatos.com/

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