Es bastante común, aunque en ocasiones nada bueno que, en Navidad, los animales se conviertan en un regalo más, para los pequeños de la casa.
Uno de los deseos que se repiten en las cartas a Papá Noel y a los Reyes Magos es el famoso “quiero un perro” ó “quiero un gato” y, aunque menos frecuente, “quiero u hurón, un conejo….” o similar. Ante estas demandas de los niños, no podemos cerrar los ojos y consentir, sino que debemos optar por tomar una decisión razonada, de tal manera que, el animal deseado, no se convierta en una carga en el futuro.Una gran parte de los animales abandonados que existen en la actualidad, provienen de la compra impulsiva. Es preciso reflexionar detenidamente sobre las obligaciones y responsabilidades que conlleva la tenencia de un animal doméstico.
Muchas personas creen que un cachorrito, puede ser un buen regalo navideño para el hijo, nieto o sobrino. Pero, cuando el cachorro crece, el niño carece de la responsabilidad necesaria para hacerse cargo de los cuidados del animal, y los padres, muchas veces, no tienen tiempo para asumir todo lo que supone un cachorro en casa.
Un animal no es un regalo, sino un ser vivo. Los niños no están preparados para la responsabilidad que significa cuidar un animal. Los padres deberán preguntarse antes de satisfacer el deseo de su hijo, si podrán proporcionar al animal toda la atención que necesita, si disponen de tiempo suficiente, si son conscientes de los gastos que acarrea el cuidado de un animal, si han pensado que harán con él durante las vacaciones etc….
Dónde elegir al cachorro
Las perreras municipales y las protectoras están llenas de animales abandonados que buscan un hogar. Llegadas las fechas navideñas, me pasan factura mis orígenes ligados a la protección animal y me vienen a la mente los cientos y cientos de animales que aguardan una oportunidad en este tipo de instalaciones.
Es fácil encontrar animales de todas las edades y tamaños. Tan solo, es preciso invertir un poco de tiempo en encontrar el animal que se adapte a nuestro estilo de vida, a nuestras preferencias personales y a nuestro carácter.
En estos casos, recomiendo conocer al animal antes de tomar una decisión e, incluso valorar la opción de acogerlo de forma temporal, como una forma de conoceros mutuamente y ver si el animalito encaja en la familia.
Por supuesto, también conozco criadores responsables que se ocupan de proporcionar un entorno enriquecido y agradable a sus cachorros de forma que, estén preparados para afrontar su nueva vida en otro entorno familiar.
La edad ideal para incorporar un cachorro de este tipo, a la familia está entre las 6-8 semanas en el caso de los gatos y 8-10 semanas de edad en los perros, cuando está preparado para afrontar cambios en su vida. El período de socialización comienza cuando los órganos de los sentidos y la capacidad motora están lo suficientemente desarrollados como para que, el animalito, pueda interactuar con otros individuos y explorar el entorno. El final de este período, coincide con la aparición de una respuesta de miedo frente a estímulos desconocidos, hacia la semana 8-9 para gatos y 12-16 para perros.
Es por ello, que no conviene separar al cachorro de la madre demasiado pronto, puesto que, lo que aprenda de ella y sus hermanos, será determinante para el resto de su vida. Los criadores responsables suelen tener a las camadas dentro de casa y nunca los entregan antes de haber completado este necesario periodo de socialización.
Lo que nunca podré defender es la exposición y venta de cachorros en vitrinas de cristal, aislados del mundo, pero a la vez expuestos, a todo tipo de miradas indiscretas, en un espacio reducido y, sin posibilidad de intimidad. Carecen de la socialización necesaria y, el espacio reducido, también afecta a la capacidad de aprendizaje de las conductas higiénicas (no hay espacio suficiente). Algunos animales se hacen demasiado grandes, esperando un comprador y, en bastantes ocasiones, tras la compra, surgen los problemas de comportamiento por una deficiente socialización.
La exposición de animales en las tiendas puede empujar a la compra compulsiva, haciendo en muchas ocasiones que estas adquisiciones, se hagan sin la concienciación necesaria de lo que supone tener un animal en casa. Seres vivos que son comprados como objetos, regalos, sin tener en cuenta que necesitarán unos cuidados, atención y gastos económicos a lo largo de toda su vida. En mi opinión, no es la mejor forma de empezar una relación.
Cosas importantes a tener en cuenta
Es un buen momento para recordar que los animales no son juguetes, que no deben regalarse, aceptarse, adoptarse o comprarse sin el consentimiento de toda la familia.
Los animales conllevan una responsabilidad muy grande, que en la mayor parte de los casos dura muchos años. En ocasiones, pueden suponer un gasto económico importante, ya que no sólo debemos pensar en su mantenimiento (pienso, veterinario….), sino que también, pueden enfermar o tener un accidente que implique un desembolso adicional importante.
A favor debo decir que compartir nuestra vida con un animal resulta enriquecedor. A los niños pequeños, les beneficia en muchísimos aspectos, convivir con animales. A través de ellos aprenden valores como el respeto, la responsabilidad y la empatía.
Si la elección del animal ha sido adecuada y trabajamos en su educación, toda la familia disfrutará de una relación especial con él, llena de momentos de complicidad y ternura
Pero la responsabilidad final de esta decisión, es de los adultos y es nuestro deber, ejercerla a conciencia.
Así que, estas Navidades dejad a un lado los caprichos infantiles. Meditad bien las ventajas y desventajas en familia tu tomad una decisión consensuada. Y por favor, en caso de perros y gatos, mejor la adopción que la compra.
Colaboración en Revista Pelo Pico Pata – Enero 2013