Un perro grande, necesita un comedero grande, al igual que un perro pequeño necesita un comedero pequeño. Es algo sencillo y evidente pero, para acertar de pleno, además del material (plástico, cerámica, vidrio, acero…), deberás tener en cuenta las características físicas de tu compañero de cuatro patas.
Así los perros grandes y/o altos agradecen comederos elevados que evitan estrés y daños cervicales a largo plazo.
Los de orejas largas necesitan comederos de boca estrecha o con forma de cono invertido para mantener las orejas fuera y evitar que se manchen mientras comen.
Para perros de hocico corto, preferimos comederos poco profundos que facilitan la accesibilidad a la comida y evitan presión en la zona del cuello.
Por el contrario, para perros de hocico corto, mejor comederos profundos para dar espacio a nariz y boca.
Finalmente, para los cachorros, mejor comederos adaptados a su tamaño pero poco profundos para facilitarles la tarea.