El domingo pasado tuve el inmenso privilegio de participar en el Paseo de Galgos y Podencos organizado por la Asociación Galgos 112 al que me habían invitado unos días antes. Por supuesto, me llevé a mi ahijada de la Asociación Protectora , la preciosa Iris, y todos disfrutamos de una mañana de buen tiempo, gente estupenda que venía de muchos puntos de España y un gran ambiente con los protagonistas indiscutibles de la jornada, los animales. En esta ocasión, nos concentramos en la Plaza del Mercado de Logroño y las personas que pasaban y, sobre todo, los más peques pudieron disfrutar, de cerca, de los perros y acercarse a conocerlos y acariciarlos.

Mucha gente se acercó al stand informativo de Galgos 112 a conocer a los animales, interesarse por la labor de la Asociación, comprar algún recuerdo e informarse de cómo colaborar. Este tipo de iniciativas son muy necesarias porque acercan a la gente a la realidad del abandono. Se necesita mucha gente para seguir apoyando la labor de la Asociación. Cada uno de los animales que nos acompañaban el sábado tiene una historia detrás. Mejor o peor, todos han pasado por el abandono, el maltrato, el olvido en perreras para terminar, gracias a gente como los integrantes de Galgos 112 en buenos hogares rodeados de cariño.

Los galgos son tímidos por naturaleza, pero cuando conoces uno, te das cuenta de lo dulces y cariñosos que pueden ser. Te enganchan con su mirada y su cuerpo esbelto y frágil y te conquistan para siempre. Los hay más grandes o más menudos, con diferente manto o color de ojos. Cada dueño te dirá siempre lo mismo de su animal: El suyo le parece el más bonito o bonita del mundo. Se nota el cariño que se profesan y el vínculo especial que se establece entre ellos.

La nota negra de la jornada la puso otro tipo de gente que no valora la vida de los animales y el respeto que merecen, en su justa medida. Hubo algunas personas, pocas, que se acercaron pensando que, los galgos, se vendían para destinarlos a cazar o para la reproducción. Nada más lejos de la realidad. La idea era, precisamente, desmontar la imagen de negocio en torno al mundo animal y presentar a los galgos y podencos como compañeros de viaje. Hubo un poco de todo pero quizá, la nota más triste, a mi forma de ver, la puso un niño que al ver tanto perro concentrado en la plaza, le preguntó a su madre si se trataba de una pelea de perros. No sé cómo pudo llegar a semejante asociación un crío de apenas 6 ó 7 años.

Siempre vamos a encontrar personas que sienten temor hacia los animales pero, me parece injusto, fomentar ese miedo y rechazo en las nuevas generaciones. Los niños son curiosos por naturaleza (y los perros también) y si permitimos que ambos se encuentren, siempre bajo supervisión, tanto el niño como el perro saldrán reforzados y beneficiados.

Los niños lo tocan todo, lo agarran todo y no controlan la fuerza y, es por eso que hay que enseñarlos a tratar a su perro con cuidado y respeto. He visto a perros perfectamente socializados aguantar estoicamente sesiones de abrazos y mimos de niños de todas las edades. Para que eso suceda con naturalidad y, sin peligro, tanto los niños como los perros han de estar vigilados y, por supuesto, acostumbrados los unos a los otros. No hay nada que provoque tantos problemas como aquello que se desconoce. El sábado pudimos ver a muchos niños paseando a sus compañeros caninos con total naturalidad y sin ningún temor. Tanto el perro como el niño han aprendido a entenderse y respetarse y eso los hace mejores a los dos.

Gracias Belinda por invitarnos y hacernos disfrutar de una jornada especial.

Si quieres informarte de la labor de Galgos 112 y cómo ayudar visita su web:

www.galgos112.com