Ayer por la tarde estábamos dando un paseo, a pesar del calor que hacía, cuando asistimos atónitos al intento de abandono de un gato. Digo intento porque estábamos allí para evitarlo que, si no, seguro que hubiera sido abandono a secas. Os pongo en antecedentes; Ocho y media de la tarde, o sea, pleno día y con un montón de gente alrededor. Mamá, los dos hijos ya creciditos y la abuela. Me imagino que iban todos juntos para despedirse convenientemente del que hasta el momento había sido el juguete de la familia. Menudoejemplo de educación en el respeto de la vida de los animales. El caso es que iban con un transportín, que reconocieron prestado, porque el pobre gato tan solo había pasado una vez por el veterinario. Lo habían castrado por recomendación de un familiar para evitar los marcajes ¡¡¡Menos mal!!!!.

Tras recabar información del gatín ya a salvo en nuestras manos, advertimos a la familia del delito que suponía el abandono de un animal doméstico (claro que a ver cómo voy a demostrar nada si el gato que iban a abandonar está sin identificar aunque eso suponga también un doble delito según la Ordenanza Municipal). También les explicamos que había soluciones previas como dar aviso a la protectora o poner anuncios con el objetivo de conseguir un adoptante antes que dejarlo abandonado a su suerte.

Aún no me lo puedo creer a estas alturas. La poca responsabilidad de muchas personas a la hora de asumir la adopción de un animal, el desconocimiento de la ley y por supuesto la falta de atención a un ser vivo que siente el dolor por el abandono.

Por eso aún me dura el enfado.

Golfo, que es como le hemos llamado, ha dado negativo en inmuno y leucemia. Está hecho un roble. Ya está plenamente instalado y conoce a sus nuevos amigos con los que se lleva muy bien. Golfo me preocupó un poco el primer día porque no quería comer. El gatín nos ha salido malcriado porque el pienso ni lo mira pero las latitas se las come en un abrir y cerrar de ojos, así que no quiero ni pensar que hubiese sido de él en la colonia. Poco a poco se va acostumbrando al pienso remojado. Es otro gato ronrón. Te busca para que le hagas mimos y se enrosca en las piernas. Le gusta que le cojan en brazos aunque únicamente el rato que él quiere (tiene carácter el chiquitín). El veterinario le estima unos 9-10 meses y es un gato mediano aunque muy estilizado. Se le nota totalmente casero y le encanta mirar todo desde lo alto (es un bandido y está todo el rato encima de los radiadores mirando por la ventana o encima de las mesas tomando el sol.