Apenas ha dado cuatro brochazos, pero el boceto al que ha comenzado a dar forma Mariano Rajoy se adivina triste, un bodegón melancólico, sin tonos vivos y con los elementos estrictamente necesarios sobre el recio mobiliario habitual del sereno género pictórico. Es lo que toca, no está el salón nacional para alardes coloristas o caricaturas envueltas en marco de oro.
A punto de iniciar el quinto año de crisis económica y con casi cinco millones de parados, es necesario que las manos que sujetan el pincel y la paleta no tiemblen a la hora de aplicar los firmes trazos sobre un lienzo cada vez más negro y rugoso. Hasta aquí, todos de acuerdo. O casi, porque no sé cómo se las arreglan nuestros políticos, pero las salpicaduras casi siempre acaban en las mismas ropas, con tal de que algunos trajes queden impolutos.
El Gobierno socialista decidió desactivar el Impuesto de Patrimonio y a cambio nos subió el IVA a todos los mortales para recaudar las ‘perritas’ necesarias. Cuando la derrota en las urnas estaba ya garantizada, Rubalcaba prometía instaurar una carga fiscal especial a las grandes fortunas y a los beneficios de la banca, posibilidad que Rajoy ni ha contemplado. Por omisión, porque no contestó,parece que el nuevo presidente del Gobierno no contempla una rebaja del IVA, aunque tampoco es su “intención” el incremento del impopular impuesto.
Excepto para nuestros mayores, que verán incrementadas sus pensiones, para el resto las vacas siguen flacas. El río baja revuelto, la corriente es demasiado fuerte, cada vez cubre más y, coño, encima el agua está helada. Y en estas, con la ‘santa’ productividad elevada a los altares por obra y gracia de los ‘sagrados’ mercados, a Rajoy se le ocurre cargarse los puentes. El nuevo inquilino de La Moncloa ha decidido atender una vieja reclamación del empresariado, que siempre ha repudiado una costumbre española tan arraigada como la siesta, como si ese privilegio no fuese recuperado, hasta el último minuto, por el trabajador. Imagino que los ideólogos del PP habrán hecho sus cuentas y los beneficios de la diosa productividad al trasladar las fiestas al lunes más cercano aliviarán las alteraciones que la iniciativa puede producir en las constantes vitales de organismos ya muy dañados, como hoteles, campings, casas rurales, bares, restaurantes, agencias de viajes, comercios, empresas de transporte…, Y en comunidades autónomas como La Rioja con especial inicidencia, no en vano el auténtico agosto llega a esta región en otoño, cuando casan bien el 12 de octubre, el 1 de noviembre o el 6 y el 8 de diciembre.
Doctores tiene el PP, ellos sabrán. En mi caso, sin negocios o intereses turísticos y sin una querencia especial por los puentes, me daría por satisfecho con saber si los Reyes Magos van a venir el viernes 6 de enero o el lunes 9, por dejarles la copita y el turrón; si Jueves Santo y Viernes Santo se van los dos al lunes, para ahorrar en dolor cristiano; si el día del Trabajo se adelantará al 30 abril o se suprimirá porque cada vez hay menos que celebrar; y, sobre todo, y con esto la curiosidad me corroe las entrañas, si el 2012, que es bisiesto, acabará el 30 de diciembre para el año nuevo empiece el 31, que es lunes.
Posdata: Me urge saber si el 1 de enero es fiesta porque si no es así quiero programar con tiempo la grabación de los saltos de esquí, a no ser que a alguien se le ocurra elimanar la rampa de la estación alemana de Garmisch-Partenkirchen pensando que es un puente.
Feliz Navidad a todos (y todas) y cuidado con los polvorones, aunque hay cosas más difíciles de tragar.