Hace unos años, cuando el CB Ciudad de Logroño echaba andar y era poco más que la locura de cuatro amigos, apareció por Logroño Alberto Suárez. Era un técnico con pedigrí, que venía de entrenar en Asobal, y que sin embargo apostó por un proyecto desconocido en una ciudad sin tradición.
Unos años más tarde, esa locura llegó a Asobal, y al mando seguía el asturiano. Fueron unos años de grandes emociones, de amores y odios para un entrenador que no dejaba a nadie indiferente. El paso de los años ha servido para que se recuerde lo que de verdad importa: Suárez hizo mucho por llevar al Darien a ser algo. Y Logroño le debería estar agradecido siempre
Ahora, Suárez empieza otra aventura: se acaba de presentar como entrenador del Medicentro Gijón, un proyecto que pretende acabar con una situación incomprensible: que una cantera de tanto fruto como la asturiana no tuviera ni un mal referente. Pocos como Suárez para ese trabajo: que haya suerte, míster.