No vamos, de repente, a cambiar todos de cara por haber ganado al Alcobendas en casa. Pero no hay que esconder tampoco que el Naturhouse de ayer fue otro equipo.
Me gustaron muchas cosas, pero especialmente una que no se puede medir, pero que es muy evidente cuando aparece, y que se echa de menos cuando no está: la chispa.
Chispa es lo que tiene Sasha Tioumentsev cuando sale volando: si tiene un buen día destroza a cualquier defensa, y en todo caso hace que el equipo contrario esté siempre con la lengua fuera. La chispa también convierte una defensa en un muro: ayer, el 5-1 del Naturhouse fue un espectáculo.
En fin, que volamos de nuevo. A ver si cuando volemos a Franica seguimos en las mismas alturas. De ser así, el Naturhouse ha demostrado que ningún rival es demasiado grande.