Ciudad Real se acaba de despedir de la Champions, tras caer con el Kiel 27-29. Es un partido que hubiera ganado con una arbitraje normal. Es un partido que perdió con un arbitraje en Alemania.
Dios salve a la EHF, que provoca estas cosas. Dos rumanos sin escrúpulos han hecho el juego a una organización sin escrúpulos. Así es el balonmano, en fin. Y cómo vamos a extrañarnos después de que esto sea un deporte minoritario.
Sólo queda rezar para que el Barça tenga mañana algo más de suerte. Y sólo quedan cuatro años más de Final Four en Alemania. En fin.