Qué suerte haber ido al Palacio Aunque fuera miércoles: mereció la pena. Quienes ayer fueron al estadio del croasán pudieron ver uno de los mejores espectáculos deportivos que han aparecido por estas tierras.
El Naturhouse y el Ciudad Real dieron una lección de balonmano, en un partidazo que sólo se decidió al final finalísimo. Los riojanos se fueron mohínos, si, porque perdieron. Pero también demostraron quiénes son.
En particular, hubo uno que demostró mucho. Lleva haciéndolo casi todo el año, en realidad, pero ayer ya terminó de dejarlo claro. Cuando se anunció el fichaje de Miguel Ángel Velasco por el Naturhouse, agoreros y malpensantes (que hay muchos) le cubrieron de infundios a él y a Jota González.
Ambos se conocían (cierto), Velasco había vivido en un piso de Jota González (cierto) y por tanto debía ser un enchufe injustificado, un petardo que nos habían colado.
Tanto fue así, que el propio Jota hizo algo muy difícil de ver: salió en una rueda de prensa a afirmar que Velasco iba a ser el jugador que menos cobraría del equipo, que había renunciado a más dinero por venir aquí, y que sólo lo había hecho con una especie de “contrato de prueba” de un año.
No estaría mal que, después del rendimiento de Miguel Ángel Velasco de este año (y más de anoche) algunos de quienes tan mal hablaron pidieran perdón, aunque fuera de forma anónima y en los mismos foros que utilizaron.
Porque Velasco va demostrando que tiene recorrido y espacio para ser un gran central. Ayer jugó un partido de un nivel extraordinario, no sólo mandando, sino también marcando seis goles de seis intentos, algunos magníficos.
No es un central que haga gestos al público, ni aspavientos a sus compañeros. Es un tipo distinto, llegado de un pueblo pequeño de Segovia, aparentemente ajeno a cualquier divismo. Pero está pidiendo paso: el Naturhouse tiene un jefe, y ése es Miguel Ángel Velasco.