Llorado prócer. Desde tu atalaya habrás divisado el vuelo rasante de nuestro presidente, quien enfundado en su traje de Supermariano, va corrigiendo cuantos desmanes observa planeando por las alturas. La ciudadanía se frota los ojos admirada, porque merced a los superpoderes del superpresidente se reconduce nuestra vida: Rajoy acude al rescate de todo estropicio que detecte y sólo recibe aplausos, puesto que es mucha la gracia concedida a los humildes vecinos del solar patrio, beneficiarios de una generosa serie de medidas implantadas desde Moncloa.
No contento con haber rescatado a los bancos y los banqueros (pobrecicos míos), el Consejo de Ministros lanza nuevos salvavidas para quienes sufren los embates de la mar océana. Así que se rescata a las empresas que, animadas por el espectacular dúo que formaron Aznar y Aguirre, decidieron sembrar de autopistas radiales la periferia de Madrid, con gran éxito de crítica y público: no cruza por ahí ni un triste utilitario, salvo aquellos que (como quien esto suscribe) se despistan e ingresan en la capital del Reino previo pago, jurando en arameo. Ah, qué años aquellos, cuando esos peajes se consideraban necesarios no, «necesarísimos» (Esperanza dixit); ah, qué contraste con estos tiempos en que tales operaciones se antojan ridículas, fruto del capricho de gobernantes frívolos no, frivolísimos. De modo que nuestro Mariano interviene y ale hop: autopista rescatada a costa del contribuyente. Aunque el contribuyente sea riojano, lo cual encierra una cruel paradoja, una bofetada en toda la cara: por esta tierra no abundan precisamente las autovías gratis total, pero allegamos nuestros euros como cualquier españolito para que no sufran demasiado las concesionarias que rodean Madrid.
Así que no satisfecho con estas medidas rescatadoras, el Gobierno central anuncia otras semejantes. Rescatarán por ejemplo a las víctimas de la codicia bancaria, los desahuciados que tanto abundan; rescatarán a los dueños de cualquier negocio entrado en crisis, a quienes arrojarán una lluvia de millones para que puedan hacer frente a los gastos que exige su actividad; rescatarán al comerciante, al dueño del bar, al pequeño y al mediano empresario. Rescatarán a cada ama de casa y a cada viuda cuya exigua pensión exige malabares para llegar a fin de mes. Rescatarán a cada funcionario a quien podaron el sueldo, a cada trabajador con su salario menguado, a cada autónomo acribillado a impuestos y derramas por adelantado, a cada investigador expulsado al extranjero, a cada víctima de cada ERE. En fin, que rescatarán del INEM a cada parado.
Y una vez rescatados todos, Mariano aterrizará y volverá a pisar la calle. Descubrirá entonces lo que acaba de revelar su subordinado Montoro: que la buena gente de Cáritas vive ajena a la realidad. Que cuando denuncia que España se ha convertido en el segundo país de Europa con más pobreza infantil, Cáritas nos engaña. Que cuando alerta de que un millón y medio de hogares españoles sufren exclusión social severa, Cáritas se confunde. Que cuando calcula que con la mitad del dinero destinado a salvar autopistas se podría rescatar a 700.000 familias que carecen de ingresos, Cáritas miente.
En fin… Que con dirigentes como Montoro entenderás que Suárez despierte tanta añoranza.