Querido prócer. Como sabes, vientos de cambio soplan por el mapa político patrio, con consecuencias de alcance regional. Observarás que tales cataclismos se escoran sobre todo en el ala izquierda ideológica, puesto que triunfa a la derecha el monolitismo casi endémico, de modo que la próxima cita ante las urnas que se anuncia para mayo tiene toda la pinta de suponer un regreso a la Transición, al tiempo aquel de la llamada sopa de siglas. Lejana por lo tanto la hora en que tenía algún sentido, aunque en modo irónico cabe suponer, aquella máxima de Alfonso Guerra: “A la izquierda del PSOE sólo está la Guardia Civil“.

Quería decir el entonces todopoderoso vicepresidente, menosprecio mediante al todavía superviviente Partido Comunista, que los grupos situados en el extrarradio de la política coqueteaban con ciertos usos regulados por el Código Penal. Algo han cambiado las cosas treinta años después: hoy, prenden la confusión y el desconcierto en ese ámbito ideológico, aunque alguna certeza también habita. Por ejemplo, que alguna de las formaciones que concurran, bajo la nomenclatura que finalmente adopten, amenaza con ser decisiva para la gobernabilidad. Y entonces los chistes de Guerra, si es que alguien los recuerda, no tendrán tanta gracia.

Para que tal suceso ocurra, para que las formaciones de esa izquierda hasta ahora extraparlamentaria regresen al Parlamento riojano o al Ayuntamiento logroñés, deberán despejarse algunas incógnitas que hoy todavía prevalecen. Si Podemos concurre bajo otra marca, por ejemplo. Si tal marca se presenta sola o en compañía de otros, por poner otro ejemplo. Si Izquierda Unida (tercera hipótesis) finalmente se alía con alguno de estos grupos que, nacidos al calor del 15M, representan hoy el fetiche que todos quieren abrazar, el logo de moda, la tendencia que se lleva esta temporada.

De momento, el elector riojano que tenga puestas sus complacencias en ese universo doctrinal, deberá conformarse con el habitual espectáculo de la izquierda desunida. Puede sorprenderse, no obstante, con la marciana novedad de que al menos los candidatos con que IU comparece a las elecciones para las dos principales instituciones de la región son caras renovadas, apellidos casi desconocidos. Las vacas sagradas que encabezan la formación desde el siglo pasado y más bien impedían hasta hoy que se moviera el banquillo han dado un razonable paso atrás y ahora contemplan entre bambalinas cuando acontece en el centro del escenario. Desde ahí podrán observar si fructifican las alianzas con que sus aspirantes prometen un tiempo nuevo para la izquierda que dicen representar. Trabajo tienen por delante: convertir en proyecto político lo que ahora mismo es tan solo indignación ciudadana. Porque si de asaltar el cielo se trata, deberán recordar de qué está empedrado el infierno: ya sabes, de buenas intenciones. Y tampoco deberán olvidar esta cita del camarada Pablo Neruda: “Para que nada nos separe, que nada nos una”.