Querido prócer. Como bien observas desde tu pedestal, esto se anima. En apenas una semana el Partido Popular desvelará quiénes integran su candidatura al Parlamento y se podrá proclamar aquello de fuera máscaras. Desde este domingo, la otra lista, la segunda en importancia, de los populares riojanos ya se conoce. Es la lista de Cuca Gamarra, un divertido y tontorrón juego de palabras donde no deberías buscar dobles o triples sentidos. Gamarra, en efecto, ha obrado con prudencia. Juega a su favor el tiempo político (son otros los que deben aprovechar este momento preelectoral para darse a conocer entre los votantes), de modo que ha podido esperar hasta muy tarde para hacer público… lo que era casi un clamor. Que prima la continuidad. Que las novedades deberán buscarse en otras papeletas.

¿Cuál es en realidad el mensaje que envía Gamarra cuando se rodea casi de mismo equipo en pos de la reelección? La idea central es obvia: que está contenta con lo que ha visto. En el poder, los dirigentes se vuelven conservadores, lo cual en el caso del PP es redundante. Juega a la pequeña, por emplear el argot del mus. No arriesga porque teme que en el envite pierdan lo más preciado, el botín con que todo partido debe concurrir a las elecciones, lo esencia: que te voten los tuyos. Ya habrá tiempo durante la campaña para explorar otros caminos. Así que Gamarra opta por unos fieles muy PP, carne de partido, lo cual puede darte una idea cabal de por dónde sospecho que irá también la lista de Pedro Sanz que se avecina.

De paso, Gamarra aprovecha para lanzar otros avisos al electorado. Prescindiendo tan sólo de dos de sus concejales actuales, viene a decirle al votante que está satisfecha con su gestión. Que no encuentra grandes fallos, por lo tanto, que es seguramente la principal virtud que cabe atribuir a su mandato: Gamarra no ha cometido errores, al menos de importancia. Algo que es más difícil de lo que parece. Cosa distinta es que sus aciertos vayan a pasar a la posteridad: escudada en la asfixia económica, ha contenido el gasto como divisa y el resultado es un cuatrienio donde ha evitado cuidadosamente manchar su expediente, hasta el punto de recular en cuanto ha percibido la mínima contestación pública. Así ocurrió con la rotonda fallida sobre la vía férrea, un proyecto que se vendió como prioritario… hasta que una tímida queja ciudadana aconsejó la retirada.

Ese episodio de la rotonda truncada puede servir muy bien como bandera de estos cuatro años de Gamarra: como me advertía esta semana un edil de la oposición, la campaña del PSOE podría consistir en pasearse por los proyectos prometidos por el PP hace cuatro años y preguntarse dónde están los centros de salud, dónde la reforma del Paseo de las Cien Tiendas… La alcaldesa y alcaldable alegará entonces que son iniciativas a largo plazo, que los primeros pasos ya se han dado, que su modelo de ciudad se ha encauzado durante su gobierno… Será, como temes, una campaña con muchos puntos suspensivos.

Porque lo esencial, la clave de la lista de Gamarra, es esa previsible ausencia de novedades. Mantiene a su núcleo duro (incluso en los casos de San Martín y Sáinz Yangüela, que sonaban más dudosos en las últimas horas) y fía su suerte a la comunión alcanzada con los Merino, Sáez Rojo, Montes… Sí, más puntos suspensivos. Aunque si examinas con detalle su candidatura, detectarás conmigo un aspecto que desmiente tal vez lo que arriba te decía: que la aspirante es jugadora de pequeña. En realidad, acaba de lanzar un órdago a la grande: pretende retener el Ayuntamiento prescindiendo de los ediles que tenía con carné del Berceo… Más puntos suspensivos.