La vida no está bien escrita. No es como las películas: los diálogos son peores, los finales menos brillantes y las escenas de sexo más sórdidas. Y en general, nada está tan claro como en la pantalla. Los héroes son más confusos, lo son también los villanos.
A veces, sin embargo, la vida nos sorprende y aterra con episodios mínimos que, como en un guión, resumen en pocas líneas la bondad o la maldad casi infinita de la que es capaz este mundo. O este país. El caso de Svetlana y su asesino televisivo tiene esa virtud del resumen. En él se asoma todo lo peor que recorre las alcantarillas de mi querida España.
Ya se lo sabrán. ‘El Diario de Patricia’ (Antena 3), recibe al típico novio que quiere reconciliarse con su chica y pedirle matrimonio en directo. Ella le rechaza, sin decir por qué. Cuatro días después él la mata, y se descubre que ya la había maltratado, que había sentencia, que había orden de alejamiento.
Todo lo peor. Por ahí aparece el canalla infantil que piensa que «su» mujer es tan suya como un juguete, y que reacciona a la pérdida como un niño: rompe. En España sube el número de víctimas de malos tratos inmigrantes, pero baja el de condenados inmigrantes. O sea, los maltratadores españolitos empiezan a buscar las (se supone) sumisas extranjeras. Como Svetlana.
Lo peor. La tele española rezuma basura. El Diario consiguió agitar la coctelera con un ingrediente fetén para un maltratador, dejarle hacer el ridículo delante de toda España. Antena 3 se hace la orejas, Patricia no dedica ni una palabra en antena a la muerta. Como en casi todo, la culpa nunca es nuestra, es de otro.
Todo lo peor. Es lo que quiere ver la gente, dicen, y lo malo es que lo dicen con razón. ON, diez minutos de un tipo haciendo el ridi, OFF.
Pero la vida no es como una peli. Todo sigue cuando apago el receptor. Y los canallas tienen cuchillos.