Igual es que a Fidel no le gusta la pornografía. Y mira que eso es bueno: una buena ración de carne y pelo cura casi todos los males, además de kilo y medio de obsesiones.
A Castro, sin embargo, el desparrame cárnico no le va. Lo suyo es más espiritual, más como de guía de la Revolución, en plan ‘la Libertad guiando al pueblo’ con la barba al viento.
Era normal, así, que un grupo llamado «Porno para Ricardo» no le pusiera al Comandante. Y más si el ahora jubilado ha entrado en la página web del grupo, www.pornopararicardo.com (seguro que él tiene acceso, aunque el resto de los cubanos no) para ver a cuatro isleños no tan chavales y no tan melenudos gritando punk-rock del original: rápido, basto y sucio, a toda pastilla.
Si a usted, o a un presidente tipo estándar, no le gusta un grupo, lo más que hace es darle a la tecla de «stop», la única forma de censura realmente democrática. Pero claro, Fidel no tiene nada de estándar, y su solución para estos casos es… el trullo.
Gorki Águila, el líder de la banda, ya probó la cárcel con sus huesos en el 2003. Y dice que no quiere volver, pero lo lleva chungo; le han vuelto a detener y hoy, si nadie lo remedia, será juzgado.
¿La razón? Atentos a una estrofa de su último disco: «La gente se pregunta qué es lo que va a pasar/ pero con Raúl al frente, la mierda sigue igual». Vale, no es precisamente Machado, pero tampoco es para meter a alguien a la sombra. Pero no se preocupen, que la ley cubana tiene un remedio para este tipo de casos: en La Habana pueden meter a alguien en el trullo por una cosa llamada «peligrosidad pre-delictiva».
En plata: que delito, lo que se dice delito, el pobre Gorki no ha cometido ninguno. Pero que tiene una carita de ir a hacerlo… Mejor una celda. Y por cuatro añitos.
No me digan que no es moderno. Viva la Revolución, y abajo el rock&roll. Donde esté Julio Iglesias…