Fuegos políticos
En los viejos tiempos, los políticos que se enciscaban en un parlamento acababan lamentando su osadía. Ser lenguaraz no era buena política: eran años de honores y caballeros, así que más de uno acababa al amanecer cerca de la tapia de un convento, con padrinos y eligiendo entre espada y pistola. Indalecio Prieto, por ejemplo, […]