Lo reconozco: nada podría sentarme peor que la independencia del País Vasco. Por historia, por lógica y por cariñito. Pero sobre todo por egoísmo: anda que no me dan de reír los vecinos del norte.
La última, ayer, ha sido realmente buena. 165 futbolistas vascos y vascas han firmado una declaración en la que se niegan a ir a la selección nacional vasca… a no ser que el tal equipo vuelva a llamarse «Euskal Herria» en lugar de Euskadi. Vamos, que se enfadan y no respiran. Y punto.

“Nosotros queremos representar a una nación de siete territorios y 21.000 kilómetros cuadrados, cuyo nombre a día de hoy es ‘EuskalHerria’” argumentan. Me encanta ese «a día de hoy»: hay que dejar la puerta abierta, no sea que a alguien –batasuno a ser posible– se le ocurra un nuevo nombre histórico. Además, que yo sepa, «a día de hoy» esos «siete territorios» no se llaman así. ¡Y se han olvidado de Errioxa!
Más aún. Entre esos 165 euskaldunes que firman el documento, escrito únicamente en vascuence, se encuentran los riojanos Fernando Llorente y David López. Deben ser vascos del sur: el de Rincón de Soto por aproximación, aunque tenga la excusa de haber nacido en Pamplona por la cosa de los hospitales. López nació en Logroño. Pero ya se sabe: estos vascos nacen donde les da la gana. Y qué coño, el vascuence no es tan difícil.
En fin. Como siempre, mejor harían estos nacionalistas futboleros (riojanos incluidos) en dedicarse a lo suyo, que es evitar que la Segunda se convierta en la auténtica liga vasca. Pero como suele pasar en estos casos, para qué ocuparse de lo importante, si podemos agitar una bandera.
Actualización: Uno de los dos riojanos firmantes del asunto, Fernando Llorente, ha sido llamado a la selección española, y él lo ha agradecido como “la lusión de mi vida”. Puestos a pensarlo, me parece hasta bien: al final, la política no es tan importante. Y pedirle coherencia a un futbolista…