
Han pasado 10 años (año arriba, año abajo) desde que el Logroñés empezó a difuminarse. Ha sido una década horrible, en la que los periodistas deportivos de esta región se han especializado en: a) juzgados, quiebras, liquidadores y otras zarandajas y b) un cabreo constante y un enconamiento creciente entre los «buenos» y «los otros». Cosa que variaba según barrios.
Ahora, con esa década a sus espaldas, cuando el CD Logroñés parece (por fin) muertito y cuando uno podía pensar, desde su feliz ignorancia, que se daban las condiciones para que algo nuevo empezara, resulta que no. Que poco a poco la gente del fútbol de esta comunidad está repitiendo todos los errores del pasado. Como en un déjà vu, uno ve acercarse otro verano de despachos, dimes, diretes y nada de fútbol: otro de esos veranos que han hecho que el fútbol logroñés de elite sea lo que es. O sea, nada.
A día de hoy, y sin que se descarten más nacimientos, hay dos iniciativas en marcha. Una, alrededor de la plataforma ‘Puerta Cero’, enarbola la bandera de las esencias, del partir de cero, de la independencia rabiosa. Otra, alrededor del Varea, cuenta con el apoyo de gente seria (demostrado) y con dinero (más demostrado aún).
Y sin haber rodado un balón ni haberse vendido una entrada, ya se oyen las mismas sinsorgueces de siempre. Ya circulan los guardianes de las esencias, los insultadores profesionales, los anónimos de foro y pedrada. Ya se sospecha de los periodistas simplemente por informar, de los empresarios por serlo, de los aficionados por ‘húligans’. Ya, en fin, todo empieza a oler mal: es el olor de diez años de podredumbre. ¿No evitaremos otros diez?