Si es que era demasiado bonito. El soterramiento había empezado, y todo iba a ser perfecto. La vía del tren desaparecería de la vista, como si nunca hubiera existido, y en su lugar nacería una nueva ciudad, amén de un cinturón verde para que las bicis rodaran y los niños jugaran.
Pero claro, ahora resulta que la realidad es un poco más fea. Y que, parece, el Ministerio sigue empeñado en encalomarnos un soterramiento en forma de ataúd.O sea, que en algunos puntos más que un soterramiento aparecerá un cajón de 4 metros (una casa de piso y pico de alto, para entendernos) donde antes estaba la vía al aire libre.
Y ahí vuelve a aparecer la antigua cantinela logroñesa. No se puede soterrar a cota cero (o sea, haciendo desaparecer la vía del todo) porque el nivel freático está muy alto.O sea, porque echas la pala y aparece agua subterránea. Que no se puede cavar más, vamos.

Esto, dicho en 1930, hubiera tenido su sentido. Pero, ¿saben?, estamos en el 2010. Estamos en un siglo en el que un tren pasa bajo el Canal de la Mancha. Que como nivel freático, ya es.
Quizá les parezca exótico, y una de esas obras del mundo mundial que sólo se dan una vez en la vida. Si quieren, nos fijamos un poco más cerca, en el mismo Bilbao: allí hay un tren subterráneo –metro, le llaman– que cruza la ría. Y dos veces. Que yo no sé cuánta agua subterránea hay bajo Logroño. Pero tanta como en la ría de Bilbao…
Nos la están dando con queso, y no será por no advertirlo. Porque la cuestión es, como siempre, el dinero. Hacerse, se puede hacer, aunque será más caro. Pero conviene pensarlo: la oportunidad para la ciudad sólo pasará una vez.