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Cautivo y desarmado

Esos malos tan ricos

En España nos gustan los malos. Un cierto tipo de malos, quiero decir. Malos como el Dioni, por ejemplo, o como el Lute. Y uno, en fin, puede entender la admiración por el caradura que cede a la tentación de llevarse la furgona del banco, o por el manguis con talento para dejar a la Benemérita con un par de narices.

Pero hay otro tipo de malos que en este país son reverenciados sin que uno se lo explique. Son esos malos tan ricos (pero que muy ricos) que de repente pasan al imaginario colectivo como víctimas del poder perseguido.

Un caso chulo: Mario Conde. Tiburón de las finanzas elevado a los altares, encarcelado, no olvidemos, por estafa y apropiación indebida de un montón de millones. Pero ahí está superMario, protagonista de documentales, tertuliano reverenciado. Estafador convicto, apropiador de lo ajeno, pero con legión de fans.

Otro: míster Ruiz Mateos. Alias Supermán, alias «te pego leche», presidente consorte del Rayo, el héroe de los anti-felipistas de los ochenta, martillo del señor de Preysler.

He ahí otro señor admirado por la masa (o por un tipo de masa, no vayamos a exagerar). Lo suyo también fue, qué curioso, una conspiración. Porque aquellas empresas no tenían nada de malo, sino que se las robaron.

Ahora resulta que Nueva Rumasa va igual que la vieja. O sea, reguleras. Y que RuizMa captó bien de ingresos de particulares hasta hace dos días, pese a las advertencias de las autoridades.

No sé si es envidia o complejo de inferioridad. Pero el caso es que nos gustan estos señores tan ricos, tan bien vestidos, tan repeinaos. Cómo semos.

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Cada viernes, en Diario LA RIOJA

Sobre el autor

Cautivo y Desarmado: cada viernes, en Diario LA RIOJA. Lo escribe Pablo Álvarez, jefe de información de la web de Diario La RIOJA


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