Pues que si no quieren jugar, que no jueguen. Que hagan huelga, constitucional derecho al que no seré yo quien les haga renunciar. Si quieren quedarse en sus mansiones o aprovechar para darse una vuelta con su Ferrari, pues que lo disfruten. Pero eso sí: a estos, por favor, ni agua.
Hablo de los futbolistas. Supongo que se habrán enterado (de otra cosa no, pero de esto…) de que los señores que viven del fútbol han convocado huelga, y la Federación (ese antro de vividores) les ha secundado muy feliz de darle una colleja al Gobierno. La razón: entre otras hojarascas, la intención de Hacienda de que sus señorías futbolistas paguen los impuestos que deberían llevar pagando mucho tiempo.
A ver. Un futbolista es un asalariado. Un asalariado que cobra un pastón ridículo. El argumento de que los jugadores cobran lo que generan se justifica en cuatro casos contados. El resto ingresa tanto que la mitad de los clubes de Primera y Segunda han pasado las de Caín para no ir a la bancarrota en los últimos años. Pero que cobren mucho no les hace ser menos asalariados: son personas individuales que prestan un servicio, y a las que su empresa remunera cada mes con una nómina.
Todo el resto (derechos de imagen, pagos a agentes, contratos empresariales) no son más que pamemas más o menos elaboradas para pagar menos impuestos.
Si los señores futbolistas creen que lo que les pide Hacienda no es legal, que vayan a los tribunales, que seguro que les llega pa pagar abogados. Pero usar la fuerza del fútbol en el pueblo para seguir
ostentando unos privilegios que los demás no tenemos es una sinvergonzonería.
Así que, eso: quedaos en vuestros casoplones. Y que os aproveche.