Los Lirios quiere un colegio. Si han pasado últimamente por la zona, seguro que se han dado cuenta: unas cuantas pancartas hechas como en los tiempos heroicos (sábana+espray, para qué más) cuelgan de los balcones con esa reivindicación. Queremos un colegio.
Es un barrio joven, aún a medio llenar, pero en progresión. Y aunque la población escolar logroñesa parece haberse estancado (hay más plazas libres ahora de las que se soñaban hace años) parece lo suyo que las zonas jóvenes tengan su colegio. Otra cosa, claro, es que se pueda: hacer una escuela no es construirla, sino llenarla de profesores, personal auxiliar, de apoyo. Y pagar la luz.
Pero no es a eso a lo que iba. A lo que voy es que, tras ya unos años de reivindicación, por fin los vecinos han encontrado una respuesta positiva. Aunque sea positiva a medias: tras una reunión con la alcaldesa, el Ayuntamiento se ha puesto a disposición de la Consejería de Educación para ceder una parcela si es que, al fin, se ve conveniente hacer ese colegio. Lo cual, por otra parte, es pasarle el marrón al señor Bayo. Pero eso es otra cuestión.
La reivindicación viene de largo, y es seguro que la alcaldesa y su equipo algo habían oído. Pero es ahora cuando muestran su disposición. Ahora, y no antes.
Seguro que hay algún motivo de seria diferencia entre lo que ahora se puede y lo que no se podía hace un año. Pero a mi me da por pensar que en esto influye también eso que se ha dado en llamar «el nuevo tiempo» en la política local y regional.
Diluidas las mayorías absolutas, y con la oposición muy seriamente decidida a saltar al cuello de Gamarra&co, el Ayuntamiento tiene la obligación de mostrarse mucho más receptivo y escuchador. Y hace bien. Viva.