El argumento es, más o menos, así: «Hay que ver, estos políticos de … en qué chorradas pierden el tiempo. Mejor se ocuparían del paro, que eso sí interesa, y no de esas chorradas».
No me digan que no lo han oído, porque el argumento tiene solera. Vale lo mismo para un «arre» que para un «so», aplicado a derechas o izquierdas según conveniencia en las ocasiones más peregrinas.
Últimamente yo lo tengo oído con repetición aplicado a las calles de Logroño. Ya saben, casi seguro, que 17 de esas calles que conservan dedicatorias a personajes del franquismo deberán ser cambiadas en breve, porque así lo aprobó el Ayuntamiento en el 2011 y lo acaba de ‘reaprobar’ hace poco.
Y ahí vuelve el argumento, en conversaciones, artículos y hasta en alguna pancarta colgandera. Preocúpense del paro, dicen. Que eso sí es importante.
Quién les va a decir que no. Claro, es mucho más importante luchar contra el paro que cambiar el nombre de una calle. Pero la verdad es que aplicar esa disyuntiva es una falacia interesada: nada quita lo uno para lo otro, y uno puede aspirar a borrar de la ciudad los homenajes a personajes de la dictadura sin por eso perder de vista que 11.000 logroñeses están, según las últimas estadísticas, buscando un empleo.
Pero lo mismo que un Ayuntamiento puede preocuparse del paro de sus vecinos y seguir limpiando las calles, puede ocuparse de un tema como éste. Al fin y al cabo es también una cuestión de higiene pública, aunque sea higiene moral.
Agradezcamos vivir en una época en la que uno puede colgar una pancarta de su balcón sin tener nada que temer, y limpiemos de una vez los homenajes a quienes no querían que eso fuera así. Que ya tardamos.