Señor concejal de festejos de Fuenmayor, respetable representante de Izquierda Unida en el Ayuntamiento del pueblo de mis padres. Dos puntos.
Respeto que sea usted ateo. Yo también lo soy. Y respeto que sea usted de izquierdas. Yo también decía eso, hasta que me di cuenta de que ponerse una etiqueta y comprar un ‘pack’ de ideología es de las peores putadas que uno puede hacerse en esta vida.
Respetado lo cual, y loado como se merece su compromiso político a tan tierna edad, permítame recomendarle, para la siguiente vez, dos cosas. Una, mesura. Otra, un diccionario.
La mesura: un Ayuntamiento no debe ser confesional, cierto. Pero si en un programa de fiestas han de incluirse los actos organizados por peñas, sociedades gastronómicas y demás, ¿por qué borrar los organizados por la Iglesia? A muchos de sus vecinos les interesa el asunto, aunque a usted y a mí no. Mesura, señor concejal: en lugar de poner a sus convecinos a discutir, deje que sean ellos quienes decidan qué es importante y qué no de sus fiestas. Porque, en fin, las fiestas son de los fuenmayorenses, no de usted.
Los gestos son importantes, lo entiendo, y sé que además están de moda. Así que no se crea que eso de la misa fue lo que más me enfadó de su programa. No. Lo que más me jodió fue que, en él, se anunciara el «txupinazo» de fiestas y algo, no recuerdo qué, relacionado con «pintxos».
Y eso sí que no. Ya no sé si es que la «ch» le parece una letra fascista, si es que la «tx» le parece más guay o si es que contrató usted la redacción en una ikastola y se les fue la mano. El pobre idioma castellano no tiene la culpa, pero ya que está, no se me quede usted a medias: el año que viene, todo en euskera, que mola más. Y en lugar de Fuenmayor, «IturriNagusia». Y txispún.