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Cautivo y desarmado

Cañoncito pum pum

Estar en la playa tiene sus ventajas. Una es la perspectiva. Por ejemplo, desde la orilla del Mediterráneo uno puede corroborar que España se ha convertido en un país feo, feo. Por qué los turistas siguen viniendo a este desastre de costa encementada es un misterio.

Pero además, esa perspectiva que te da la lejanía de Logroño te permite seguir con cierta sorna las polémicas patrias. Vista desde la arena, mientras mi bebé descubre (con franco regocijo) el mar, la historia del cañoncito de San Bernabé es de lo más curiosa.

No me río, Dios me libre, de lo mal que han debido pasarlo los heridos. La mala suerte ronda a cualquiera, y estar en el hospital con quemaduras como las del señor que ayer veía en la foto no es agradable. De la fiesta a Urgencias: no somos nadie, de verdad.

Pero en esta historia hay algunas cosas que no comprendo. La primera es la reacción municipal. Dicen los munícipes que los cañones eran seguros: no lo eran. No me hace falta estar en Logroño para decirlo; si un señor, una mamá y su hija pudieron estar encima de ellos, o incluso provocar (dicen) que se dispararan, está claro que no eran seguros. Además, si lo eran, ¿por qué ahora han aumentado la seguridad?

La segunda es la actitud de los perjudicados. Que salgan en la tele o no es cosa suya; a mi me produciría cierto pudor, pero allá cada cual. Mas me pregunto: ¿qué hacían con los cañones? ¿No se les ocurrió que tocarlos -o mirar por el agujerito- iba a ser mala idea?

El ‘cañoncito pum’ (con el permiso de Puskas) de San Bernabé sería pequeñito, pero qué fuerte suena. Hasta en la playa se oye.

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Cada viernes, en Diario LA RIOJA

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Cautivo y Desarmado: cada viernes, en Diario LA RIOJA. Lo escribe Pablo Álvarez, jefe de información de la web de Diario La RIOJA


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