Qué verbo, qué expresión, qué poderío. Qué calidad en la exposición, qué fuerza en el razonamiento. Qué profundidad, qué hondura. En suma: qué chachi.
Nuestros políticos son lo más, o a mí me lo parece. Creo que desde Cánovas del Castillo no se ha visto cosa igual que la cantera política riojana. Acojonaos andan en Madrí: cada vez que alguien se baja del tren en Atocha la multitud hace la ola.
Y no es de extrañar. Ayer, tras una sesión de Parlamento de lo más tensa -lo normal, vamos- Sus Señorías Riojanas (las del PSOE) dieron el sí al blindaje del concierto vasco. Que sí, que ya sé que como coñazo, el asunto es casi insuperable. Pero es que casi me da igual lo que fuera; el caso es que el tema votado puede ser opinable, pero desde luego hay algo que no es: bueno para La Rioja.

Pero en fin, que Luena y Elías dieron ayer su sí, votando de paso contra los intereses de quienes les votaron. La disciplina de partido, dicen. Que menuda es.
Un prócer de la Patria se hubiera enrocado en su ‘no’ ante todo y ante todos. Un político orgulloso se hubiera puesto enfermo: una gripe a tiempo es muy útil. Un diputado con el aprobado, al menos, hubiera acertado a explicarse con un poco de donaire. Así se explicó César Luena: «Particularmente está claro que esta reforma no nos gusta de modo especial».
Y sí, está claro que no les gusta de modo especial. Por eso, supongo, votaron simplemente que sí. Si «particularmente» les hubiera gustado «de modo especial», lo menos hubieran encendido tracas en el hemiciclo.
En fin. Estemos orgullosos de nuestros diputados. Para eso nosotros les elegimos.