Dicen que rezar es bueno. Estoy seguro de ello, aunque no pueda jurarlo: pese a todos los buenos esfuerzos de los hermanos Maristas, he de soportar mi ateísmo como una losa inevitable. Ganas me quedan de hincar la rodilla de vez en cuando, sin embargo. A fin de cuentas, no será porque los tiempos no estén como para rezar.

Porque todos rezan, últimamente. Ahí fue nuestro presidente Zapatero, el de España, a Washington a un ‘desayuno de oración’ con Obama. Que el presidente de los americanos celebre algo con ese nombre me parece más bien friki: una de esas cosas de los yanquis, que tanta gracia nos hacen en la vieja Europa.

Pero que ésa sea la excusa para que el presidente de España (y de Europa, por cierto) vaya a EEUU es un punto irritante. Por favor: si el tipo que manda los states no encuentra una mejor excusa para recibir a Zapatero, pues mejor no vamos. Por eso de la dignidad, vamos.

Un presidente tiene su dignidad, claro. Nuestro presidente Sanz, el de La Rioja, también: a fin de cuentas, lo suyo es ser el primero de los riojanos. Por eso, verle dar una rueda de prensa para presentar que se establece una empresa de 10 trabajadores en La Rioja (dicen que pueden llegar a 40 en dos años, eso sí), pues qué le voy a hacer: me chirría.

Normal es que un político rece en el altar de los que crean empleo. Dios salve a los eslovenos que vienen, por supuesto. Y a los diez contratados (o 40, Alá lo quiera, el año que viene) les ha venido Alá a ver.

Pero a Sanz, como a Zapatero, le ha perdido la gana de hacerse la foto. Una gana peligrosa: no conoce medida.