Mi mamá debió parirme con tara. Me falta un gen.O igual es culpa de mi educación en los Maristas, que siempre han sido curas de buen rollo y poca vara. El caso es que me faltan certidumbres. Veo a mi alrededor que todo el mundo está muy seguro de lo que piensa y de su postura en casi todos los temas. Y yo debo parecer lelo: siempre se me figura que todos tienen razón, lo cual es tanto como decir que nadie la tiene.
Me está ocurriendo de nuevo estos días con el asunto de los toros y Cataluña. Reconozco que los toros me gustan desde crío, pero también veo que muy pocos argumentos racionales hay para mantener en pleno siglo XXI una tradición basada en la tortura de un animal.

Hace mucho que no voy a una corrida, pero quien me echó no fue ningún escrúpulo animalístico, sino los propios taurinos. Ésos que llevan décadas tirando por tierra todos los valores reales del negocio que ahora defienden con tanto ardor. Entre afeitados, mansos, inválidos, figuras de pega y toreros de mentira han hecho más daño a la fiesta que todos los diputados de Esquerra.
Sé que la tradición es tradición, y que las cosas no se pueden borrar así como tal. Pero ninguna tradición cruel ha sobrevivido tanto tiempo.
Tampoco me trago mucho el argumento del pobrecito animal, en una sociedad que se mantiene alimentada a base de torturar de la cuna al matadero a generaciones de vacas, cerdos, pollos, patos. No me valen argumentos libertarios taurinos (no hay libertad que valga para hacer maldades) pero me sigue emocionando un natural de ese genio que se llama José Tomás.
Me falta certidumbre, en fin. Debo necesitar una transfusión.