Querido usuario de Whatsapp, vulgo guasap. Dos puntos.
Yo sé que eso de los mensajitos mola. Es rápido, es divertido, le puedes poner fotos y vídeos. Y es gratis: «Me sales más caro que un amigo sin guasap», dice el dicho.
Pero ya que estamos, si pudieras o pudieses, te pediría por favor que antes de mandarme eso que me estás mandando, esperes un poquito. Y te lo pienses. Por si te sirve, te dejo una lista de las cosas que , definitivamente, no quiero que me envíes. Toma nota.
– Chistes. Sí, lo sé. Esa lista con quince chistes encadenados es tope graciosa. El problema: a no ser que te los hayas inventado tú (y no me lo creo), ya los he leído quince veces por facebuk, tuiter y los otros siete grupos a los que pertenezco, y en los que tú no estás.
– Leyendas urbanas. Ya sé que no me vas a mandar lo de la chica de la curva, pero por favor: no, no existe ninguna banda ‘Sangre’ que vaya asaltando coches por las autovías. Y por mucho que insistas, guasap no te va a dejar de cobrar porque me mandes una cadena de mensajes. Es mentira. Y deberías saberlo ya.
– Falsas alertas. Del estilo: ojo con las cremas del Mercadona, el aceite de La Masía o las frutas de Almería, que envenenan a los niños. Que en el mensaje ponga «lo ha denunciado Sanidad» no me vale. Antes de darle al botón haz una búsqueda en Google. Si no lo ves en un medio serio, es que es mentira. Ahórramelo, por favor.
– Rumores y acusaciones. Como aquel supuesto pederasta que gestionaba un chiquipark de Logroño. Era mentira, pero medio Logroño acusó al pobre hombre sin pruebas, sin saber nada de nada y sin ni siquiera preocuparse por saberlo. Piensa en lo que haces y en a quién puedes dañar.
– Tetas. Esto va por vosotros, chicos. No sé si lo sabéis, pero no podéis rivalizar con la cantidad y calidad del porno gratis que está disponible en Internet. Y mis hijos de vez en cuando cogen mi móvil.