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Cautivo y desarmado

Y Mari Luz se murió

La pobre Mari Luz se murió. Pobrecita: podría haber sido hija mía. Yo no sé si mi hijo será mejor o peor de lo que era la niña de Huelva, porque a sus siete meses todo lo que mi Hugo hace es bueno y perfecto. Lo que sí sé es que yo debo ser peor tipo que el padre de Mari Luz.
Sólo de imaginarme en el lugar de Juan José Cortés pierdo mis buenos instintos. Perder a mi hijo; encontrármelo muerto, quizá violado. Enterarme de que la culpa es de un pederasta reincidente, protegido por su mujer.

Saber, luego, que el tipo -no tan enfermo como para dejar de ser un cabrón- debería haber estado en la cárcel desde hace tres años; deducir después que todo un grupo de funcionarios, una secretaria judicial y un juez no hicieron su trabajo como hubieran debido, sabiendo que sólo eso hubiera bastado para que mi hijo (su hija) estuviera vivo.

Contemplar, finalmente, que sus compis le ponen al juez una multita de 1.500 euros: el precio de una tele buena. Y ver que los políticos, ésos que saben desde hace años que tienen que poner más dinero en un sistema judicial que no da abasto, me dan palmadas en la espalda, poniendo cara de ofendidos e indignados.

Yo qué sé. Si yo fuera Juan José me moriría de la pura rabia, o llamaría a todos mis primos para darnos una vuelta hasta alguna que otra puerta. Él no, él se mantiene en el camino recto, y eso le honra más de lo que pueda yo expresar.

Muchos han de avergonzarse, cada uno en su grado, y sólo unos pocos han de pensar en que estas cosas tienen causas y remedios. Mari Luz se murió, pero no ella sola. Uno la mató, otros lo hicieron posible.

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Cada viernes, en Diario LA RIOJA

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Cautivo y Desarmado: cada viernes, en Diario LA RIOJA. Lo escribe Pablo Álvarez, jefe de información de la web de Diario La RIOJA


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