Éste es un post con banda sonora. Cañí, y olé. Denle al play, y seguimos.
Pues eso, que vaya pena penita pena que da todo esto. No hay manera de entender nada: tantos años de tiempo perdido, de ilusiones malgastadas, de fanatismos tontos para, al final, acabar así: ocho chicos de buena voluntad es todo el patrimonio del Club Deportivo Logroñés.
Pedir que esto muera es casi redundante. A estas alturas, el Logroñés es un cadáver que sólo sirve para que otros lo señalen como el ejemplo de lo peor que te puede pasar.
Dejémoslo morir, por favor. Ojalá empiece otra cosa con algo más de salud y mucha más cordura. Ojalá todo pueda ser distinto. Tengamos esperanza: recordemos tiempos mejores.
Estos días, por ejemplo, ha vuelto a España Hugo Sanchez. Eso me ha hecho recordar aquel estratosférico gol que nos hizo Hugo Sánchez en el Bernabeu. Con un poco de suerte, quizá el Logroñés (o quien venga) vuelva a ver fútbol de ese nivel. (Y quizá esta vez el gol lo hagamos nosotros).
Así que, con el permiso de Lola Flores, recordemos aquellos días (y olvidemos éstos)