Hoy voy a abusar de la oportunidad que me concede todas las semanas el periódico y, en vez de escribir una sesuda reflexión sobre algún tema de actualidad, utilizaré este espacio para hacer un recado personal. Se trata de encontrar al propietario de un objeto que dejó olvidado anoche en la puerta de mi casa.
A continuación les detallo sucintamente las características de la pieza arrumbada por si entre los lectores está su dueño y tiene a bien venir a recogerlo. Se trata de un vaso de plástico de color rojiblanco y una inscripción que reza ‘Coca Cola’. Calculo yo que tiene una capacidad para un litro de líquido, aunque cuando me he tropezado con él a primera hora de la mañana apenas le restaban dentro unas gotas entremezcladas con una rodaja de limón marchito y un par de hielos a punto de morir.
Por el olor que desprende y que se ha extendido por toda la entrada, es posible que el recipiente contuviera ron, ginebra, güisqui o licor de hierbas. O tal vez todo a la vez. Dentro también flota la colilla de un cigarrillo rubio, y los bordes del vaso en cuestión están mordisqueados como si el dueño hubiese intentado dar una calada al vaso y beberse el pitillo.
Confío en que la descripción sea lo suficiente clarificadora. Si no es así, les adjunto otro detalle. Junto al cachi también se han olvidado de madrugada una masa viscosa, llena de grumos, restos de comida y un hedor apestoso. A primera vista parece la pota resultante de un fin de semana agitado, pero no estoy seguro. Animo al propietario del estómago que la vomitó a que venga y se vuelva a tragar lo que dejó a la puerta de mi casa. El vaso ya lo he tirado yo al contenedor amarillo.