La incógnita se ha despejado. Confirmado el apoyo del PSOE a la proposición de Ley que activa el proceso para blindar legalmente el Concierto vasco tal y como reclamaba el PNV para conceder su respaldo los Presupuestos del 2010, la duda en términos de política local gravitaba sobre la posición que adoptarían los representantes riojanos en el Congreso. El trago se presumía agrio y la disyuntiva drástica: ¿secundarían la voz de sus respectivos grupos parlamentarios en caso de decantarse por el “sí” o se desmarcarían en favor del interés regional?
La que en ese contexto ha sido quizá la votación más definitoria del papel que el PP y el PSOE juegan en sus respectivas formaciones a nivel nacional se ha saldado con el rechazo de los populares a la medida y el voto afirmativo de los socialistas, en éste caso, con el previsible ejercicio retórico de que es estrictamente un blindaje o que el camino que arranca ahora puede bifurcarse en muchas direcciones.

La decisión acarreará obligatoriamente consecuencias para unos y otros. Pedro Sanz ha hecho buena su premonición de que si por su partido fuera la iniciativa no saldría adelante, pero en sus manos (y sobre todo en el de Rajoy) queda clavada la espina de los populares vascos que no habían ahorrado munición para exigir a Madrid el blindaje y que antes que desdecirse ayer prefirieron ausentarse de sus escaños para, al menos, volver a casa con la cara limpia.
Más comprometida es la situación en la que queda la formación de Francisco Martínez Aldama en la comunidad, que garantizó que los socialistas riojanos se opondrían al blindaje si supusiera cualquier agravio. Ahora empezarán las requiebros y las piruetas, pero ya se ha tomado la matrícula de cada uno.