Escribir en un periódico de provincias tiene muchos inconvenientes laborales y algún privilegio íntimo como el de conocer a personas extraordinarias que, de trabajar otro lugar, jamás tendrías la oportunidad de descubrir. En el plazo de una semana he topado con dos. Ambas son mujeres, y aunque me consta que una no sabe de la otra comparten el mismo ADN.
Una se llama Isabel y es pastora en Préjano. La otra responde al nombre de María y dirige un gigante llamado Microsoft España. Mientras aquélla madruga todos los días para cuidar a 700 ovejas y 80 cabras, ésta dirige desde su base de operaciones en Madrid un rebaño de miles de ingenieros, informáticos y técnicos. Isabel carga a diario sacos de 40 kilos de pienso para alimentar al ganado. María tiene entre sus funciones decidir dónde invertir millones de euros.
Además de mujeres, ambas son madres, y las dos coinciden en la forma de compatilizar su vida laboral con la familiar: organizando cada jornada, exprimiendo cada minuto. «Como cualquier hombre», responden entre aburridas por la pregunta de siempre y orgullosas de sí mismas. El periodista apaga la grabadora sin sentirse hombre ni mujer sino un poco más persona, y se sienta ante el televisor. En la pantalla, una rubia bambolea las tetas mientras un tal Escassi reparte anillos entre un grupo de arpías siliconadas como si estuviera marcando reses en un programa rodado en La Rioja. Ninguna es pastora. Tampoco hay ejecutivas de Microsoft.
La fotografía de Díaz Uriel recoge un momento del trabajo diario de Isabel en su explotación de Préjano.