Las apuestas de unas semanas a esta parte no hablaban ya de si La Rioja convocaría finalmente plazas de maestro, sino qué argumento se esgrimiría para no ofertar este año ninguna. Pedro Caceo anunció en la penúltima reunión en Madrid que “como mucho”, la propuesta se limitaría a una décima parte de lo que venía siendo habitual en los anteriores ejercicios. En otras palabras: o cero o las 26 ajustadas al 30% de tasa de reposición que fijan los Presupuestos Generales del Estado. Después fue Sanz el que concretó el escenario y con su contundente “o cero o 200” ya dejó entrever que la solución sería la que finalmente se adoptado. Una decisión con la cual se matan varios pájaros de un solo tiro.

Por un lado, Zapatero vuelve a servir como excusa y responsable último de una restricción que, sin embargo, otras comunidades como Andalucía parecen haberse saltado a la torera. Por otro, los interinos respiran tranquilos sabiendo que su puesto está garantizado un curso más. Pero es que además, la Consejería queda con las manos libres para el próximo ejercicio agrupar las plazas y sacar una amplia oferta coincidiendo con las elecciones generales.

Los sindicatos han criticado la decisión, pero con la voz baja. Su voluntad de que salieran 200 puestos era más un desideratum que una posibilidad real, y aunque han mostrado su oposición en público, de puertas adentro saben que buena parte de su clientela se encuentra en los colegios en esa situación de interinidad que no interesa (de momento) tocar. Resulta significativo que tanto las centrales como la Administración coincidan en que no eran oportunos los grises. Es decir, que se abriera la mano a 26 plazas que, aunque pocas, podrían satisfacer al colectivo que más perjudicado se ha visto por la noticia: los miles de opositores que aspiran a entrar en listas y que deberán esperar al menos un año más para cumplir sus aspiraciones.