El trayecto que separa mi casa del trabajo suelo completarlo en 10 minutos. Ayer me costó media hora. En los escasos metros que separan los dos lugares donde transcurre la mayor parte de mi vida, me topé con media docena de personas que me asaltaron para hablar del mismo tema: el regreso de Julio Revuelta .

Si esos comentarios callejeros sirvieran como encuesta preelectoral, el ex alcalde tendría un 50% de posibilidades de rascar algo en su aventura. La mitad de los conocidos se mostraron extasiados con el proyecto de un hombre que, a su entender, ha dado el paso que muchos otros murmuraban en círculos íntimos pero nunca se atrevía a vociferar: plantar cara al omnipresente Pedro Sanz. La carta de renuncia de Revuelta a su militancia popular es según ellos la evidencia de que el Gobierno regional maltrata a la ciudad de Logroño y que por fin alguien es capaz de poner negro sobre blanco ese desprecio y comprometerse a luchar por una relación institucional más noble. Fueron los mismos que me recordaron el valor de Revuelta como hacedor de algunas de las obras más relevantes de la ciudad en los últimos años (no sé por qué, todos obviaron la reforma de la Gran Vía) y aplaudieron su capacidad de gestión y el ser un hombre de bien.

El diagnóstico de la otra mitad de contertulios improvisados a pie de acera sirvió para masacrarle. Con múltiples argumentos. Desde que era impresentable que alguien que renunció a su acta de concejal el día después de perder las elecciones optara a volver a la Alcaldía, hasta que el papel de presunto adalid de la libertad que ahora se arroga es incompatible con el sometimiento que en su momento tuvo a los intereses de determinados constructores y que devino en el conflicto jurídico con el Gobierno riojano. Un catálogo de deméritos al que sumaron la deslealtad hacia el partido en el que militó 21 años -¿es que no se había dado cuenta de cómo es Pedro Sanz hasta ahora? se/me preguntaban-, y calificativos como arrogante, prepotente, egocéntrico, oportunista, distante y hasta villano.

Por su puesto, no daré los nombres de todos con los que hablé. Al menos, hasta que Revuelta revele el equipo que le acompañará en su camino electoral.